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jueves, 17 de mayo de 2012

Reintroduciendo la responsabilidad de la conducta - María Verdejo


Lecturas Críticas 11 - Hacia el Forum de Sevilla 

“Reintroduciendo la responsabilidad de la conducta" (Más allá del control)

María Verdejo, 1/05/2012

Quiero compartir con ustedes las palabras que una madre produjo como respuesta a las intervenciones que se le pedían en relación a su hija y que me han puesto al trabajo para este tercer foro de la ELP.

En primer lugar y brevemente situaré el momento en el que se produce.

La hija, de 11 años, está en ese momento viviendo durante la jornada escolar en un Hogar funcional, acudiendo al domicilio familiar una tarde durante la semana y el fin de semana. Fue ésta una intervención  resultado del trabajo bajo transferencia realizado en el Centro de Día al que la niña acudía.

La menor presenta un TMG y, tanto los padres como ella misma, solicitaron un período de distanciamiento puntual en una época en la que los padres se constituyeron en figuras persecutorias para la menor, produciéndose situaciones de riesgo reales en la convivencia familiar.

En el tiempo de la entrevista comentada, la familia se halla en un contexto de cambio de tutora de referencia en el Hogar funcional y,  de posible retorno de la menor al hogar familiar.

Es en el contexto de las entrevista habidas con la madre que ella se descubre respondiendo con una  nueva posición para con su hija, posición que la afianza para sostener el retorno de la menor a la convivencia familia.

Marta –nombre supuesto- relata la respuesta que ha podido realizar tras un primer momento de sobresalto tras la llamada que recibe de las educadoras del Hogar.



Le comunican que han solicitado una nueva consulta de psiquiatría para su hija, para valorar que le aumenten la toma de medicación por el desbordamiento que muestra en las últimas dos semanas.

Como respuesta a este “sobresalto”, la madre ha podido responder más allá de la inhibición o la disputa, respuestas que han ido pudiendo elaborar en su propio  trabajo personal. Esta madre ha podido ver-se dando un lugar a la subjetividad de su hija en la conversación con la educadora.  

La respuesta de la educadora muestra el cambio de paradigma que en el modelo social actual se está realizando en referencia a la interpretación de las conductas de los niños. La educadora interpela a la madre desde este nuevo paradigma: el cambio de la conducta de su hija obedece a una ingesta medicamentosa insuficiente como  resultado de su psicopatología, excluyendo el contexto en el que ahora se encuentra la menor, un cambio de educadora de referencia en un tiempo de posible retorno al hogar familiar.

“Ella me dijo que yo ya debía saber que mi hija no está capacitada para asumir las normas sociales, y, que la nueva educadora de referencia estaba realizando bien sus funciones, incluso le estaba dedicando una mayor atención.
No podía hacerme escuchar cuando trataba de decirles que eso era una de las cosas  que nosotros hacíamos y que, la condujo a lo peor. Que mi hija necesitaba tiempo para las situaciones nuevas y, sobre todo, que cuentan con ella para cualquier cambio”.

“En otro momento –continua diciendo la madre-, yo hubiera arremetido contra el Hogar, pero me contuve y, pensé que lo importante era intentar que mi hija fuese escuchada por la psiquiatra y que ella valorara teniendo en cuenta más cosas que su enfermedad”.

“En la consulta, cuando la psiquiatra me preguntó por qué habíamos querido acompañarla, dado que las dificultades no se presentaban en la convivencia familiar, sólo en el Hogar, con el permiso de mi hija, le comenté que ella, mi hija, nos había contado en su última salida con nosotros cómo ella estaba resistiéndose del cambio de tutoras de referencia y, que, nos había contado que no podía soportar la atención tan especial que esta nueva tutora tenía. Le dije que si tenían que aumentarle la medicación estaba bien, pero que, estimaba que también había que considerar algunas circunstancias, porque, hasta ese momento tampoco su hija había mostrado dicho comportamiento. Después me callé. La psiquiatra pudo introducir este tema en la conversación con mi hija”.

La menor pudo  reconocerse en su desbordamiento y dar cuenta de cómo ella estaba contribuyendo al mismo al  negarse a hablar con la nueva tutora y, extraer de la consulta que ella misma no había hablado de que no le gustaba tanta atención, que prefería que siguieran como lo hacía la otra tutora, que estaba demasiado enfadada y, así ella sabía que no podía hablar.  Se propuso una solución intermedia, ofreciéndole el auxilio de un fármaco puntualmente para reducir la angustia que la nueva situación le provocaba y, así ver si ella podía encontrar una manera de hablar con la tutora nueva.

“Al salir de la consulta – sigue contando Marta- me sorprendió favorablemente mi hija. Nos dijo que ella sabía que las medicinas son importantes, pero que ella es no es las medicinas,  las medicinas la ayudan, pero lo que le ocurría no era una cosa que se solucionaba sólo con medicinas. Que eso lo había aprendido con su terapeuta en el Centro de Día. Se las tomaría para poder estar más tranquila  y  poder así hablar sobre eso que le estaba pasando, porque ella se había dado cuenta de que tampoco se encontraba bien así en el piso. Ella había aprendido que cuando ya estaba así de alterada, a veces era mejor tomar una medicina que la permitiera parar y, cuando encontrara la manera de resolverlo, volvería a ver a la psiquiatra para hablar de ello.

Me doy cuenta de que yo he cambiado. Ahora puedo escuchar a mi hija,  saber que cuando ella se altera no es ni un capricho ni  el resultado de una enfermedad.  Yo  antes actuaba como la educadora, no la escuchaba, sólo quería controlarla. Pero no es de control de lo que se trata, ni del de ella, ni del mío. He aprendido que mi hija no es la enfermedad, es una persona a la que le afectan las cosas, aunque quizás, ella tenga una manera diferente de decirlo”.

Esta madre, con su testimonio, nos descubre de los efectos que están en la otra cara del control de las conductas, esto es, del vaciamiento de la capacitación del sujeto para interpretar su propia experiencia vital más allá del organismo que la mantiene con vida.

“Soy más que las medicinas”  ha podido servirle, entre otras cosas, para retomar el lazo con su nueva tutora y retomar la vida cotidiana en el Hogar

El efecto de este vaciamiento de responsabilidades   abre las puertas a la posibilidad de una nueva forma de desamparo o amenaza para las infancias contemporáneas.

La biologización de la conducta humana abre las puertas a la reedición de un Ideal ya conocido: la prevención. Concepto que despliega una nueva forma de higienismo social, nuevos imperativos de salud y de adaptación conductual. Reduccionismo ilusorio que  no es más que una idea, como todos sabemos gracias a Freud, las ideas generan  ideologías con sus inevitables adhesiones, creencias y profesiones de fe y, recordemos, los adeptos la eligen no por su valor espiritual sino por sus ilusorias promesas, perdiendo así la capacidad de pensar por sí mismos.

En este caso, es la palabra delos padres la que puede contribuir  a dar un espacio a su hija más allá de una supuesta organicidad en la lectura de su conducta.
Ellos ahora, pueden mirar y apostar su escucha al servicio de la subjetividad, tanto  la de de su hija como de la suya propia.
"Soy más que las medicinas" es la invención que esta niña sostiene para hacerse responsable de sus actos haciendo un buen uso de la medicación y, retomar el lazo con su nueva tutora, reiniciando el ciclo de vida en el que se encuentra.

Quisiera cerrar el texto con las palabras que inician  la película,  V de Vendetta:

“Nos dicen que recordemos los Ideales, no al hombre. Que un hombre se puede acabar, lo pueden detener, pueden matarle y pueden olvidarle; pero, trescientos años más tarde, los Ideales pueden surgir cambiando al mundo. Yo he visto con mis propios ojos el poder de los Ideales, he visto matar por ellos y morir  por defenderlos. Pero, no se puede besar un Ideal, ni tocarlo. Los Ideales no sangran, no sufren, ni tampoco aman. No es un Ideal lo que yo echo de menos. Es un hombre, un hombre al que nunca olvidaré”.

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