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miércoles, 28 de marzo de 2012

Documental El Niño Medicado

'EL NIÑO MEDICADO' se emitió en DOCUMENTOS TV el sábado, 31 de julio de 2010 a las 22:30 en La 2 de TVE.

Parte de la idea de que los diagnósticos de déficit de atención con hiperactividad y trastorno bipolar aumentaron alarmantemente a lo largo del año 2001 en USA. En ese país, un millón de niños tomaba medicamentos psiquiátricos y la paradoja es que ni los diagnósticos fueron correctos en su mayoría, ni existían ensayos clínicos en niños de los fármacos administrados. Se conocía, por primera vez, el impresionante crecimiento de la cifra de niños, que recibían medicamentos reguladores de trastornos del comportamiento. Los datos alarmaron a las primeras voces críticas, quienes denunciaron que se estaba jugando a la ruleta rusa con los niños estadounidenses. 'El niño medicado' muestra la fatal realidad de un millón de familias, que confiaron la salud mental de sus hijos a unos profesionales y no les ofrecieron otra salida terapéutica, más que las medicinas. Fármacos de adultos, administrados a la ligera a niños, sin haber pasado con anterioridad por los correspondientes ensayos clínicos infantiles. Detrás de la ausencia de las pruebas de los medicamentos se encontraban las farmacéuticas. La Administración Clinton, les ofreció importantes incentivos, a modo de conseguir que se llevaran a cabo, doscientos ensayos sobre medicinas pediátricas. Las investigaciones pusieron al descubierto, que muchos de los fármacos psiquiátricos funcionaban con los adultos, pero en ningún caso, con los niños.
Diagnósticos incorrectos, experimentación farmacológica infantil y posibles efectos secundarios, envuelven una polémica realidad, donde las víctimas de la sociedad avanzada son los niños.


Producción: Frontline WGBH (EEUU)

Duración: 53'

Dirigido por: Manuel Sánchez Pereira

El Ex-ET o el niño que no es como los demás

Fernando J. Laguna, psicólogo y psicoanalista en Zaragoza, nos envía un vídeo que se puede ver pinchando el siguiente enlace. Su duración es de 8 minutos y de manera esclarecida nos muestra una sociedad en la que “todo el mundo hace lo mismo y a las mismas horas”, como decía Lacan en 1950:

martes, 27 de marzo de 2012

CARTAS DEL FORUM III - Nº2


INFORME SOBRE EL AUTISMO: ¿EXCLUIR A LOS PSYS PARA UNTAR MEJOR A LOS LABORATORIOS?

Entrevista publicada por Le Huffington Post

Por Martin Quenehen
11/03/2012


La psiquiatra y psicoanalista Agnès Aflalo nos aclara ciertos aspectos y algunas cuestiones ocultadas del reciente informe sobre el autismo.

"No consensuados" y no "pertinentes". El nuevo informe sobre el autismo así considera los abordajes psicoanalíticos y psicoterapéuticos. La Alta Autoridad en materia de Salud (en francés HAS) recomienda más bien un abordaje “educativo, conductual y de desarrollo”. Concretamente: no se recomienda poner en relación a los autistas con psicoanalistas o con profesionales orientados por la disciplina freudiana, se recomienda, empero, dirigirlos hacia los partidarios de las terapias cognitivas y conductuales (TCC)… Veamos algunos esclarecimientos sobre ciertos aspectos y cuestiones ocultadas por el reciente informe, entrevistando a la psiquiatra y psicoanalista Agnès Aflalo, médico jefe del CMP para niños y adolescentes de Bagnolet y autora de “El intento de asesinato del psicoanálisis” (Grama, 2011).

Martin Quenehen: Agnès Aflalo, ¿puede, para comenzar, precisar, en pocas palabras, las diferencias entre los abordajes psicoanalíticos y conductuales en materia de autismo?

Agnès Aflalo: El modelo de las TCC es el del perro de Pavlov, condicionado y  domesticado para responder a órdenes. De donde la idea de hacer igual con los humanos… y, en particular, con los autistas, tal y como plantea el método ABA. Y el caso es que, en la actualidad, ¡quieren imponer ese mismo método a todo el mundo!

Los psicoanalistas no proponen una domesticación. Apuestan por la dignidad de lo humano. Parten de lo que encuentran e inventan, con cada paciente, la respuesta que le conviene, a él en particular y sólo a él. También para los autistas. Atención, los psys no están contra los medicamentos, pero sólo cuando son precisos y para aquellos a los les resultan útiles. Por tanto, no son para todo el “espectro autista” tal y como se lo fabrica en la actualidad. El tratamiento “a medida” va contra el abordaje pretendidamente científico que promueven las TCC…

A propósito del abordaje psicoanalítico, remito a los lectores a la esclarecedora conferencia de prensa publicada en la Web de La Règle du Jeu.

MQ: Tras el escandaloso documental Le Mur, recientemente condenado por la Justicia, un ataque pues, otra vez, contra el psicoanálisis. Pero ¿por qué tanto ensañamiento?

AA: Muy simple, porque el psicoanálisis perturba los buenos negocios de algunos… o al menos no los favorece. Desde hace 30 años, la salud pública se reduce, en efecto y cada vez más, a un mercado en el que reina la lógica de los beneficios y no es ya un dominio orientado por la lógica del bien común. Y el caso es que los grandes artesanos de esa deriva no son otros que los laboratorios farmacéuticos y sus “amigos” en el campo psy: las TCC, que “recortan” las enfermedades con cuestionarios en los que a cada síntoma corresponde un medicamento…

MQ: ¿Puede ilustrar esta deriva?

AA: En 1980, cuando aparece en los USA el DSM-III (la tercera edición del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales que sirve de referencia para estos menesteres), el autismo es presentado como algo raro: concernía solamente a entre 2 y 4 personas cada 10.000. Pero, en el DSM-V (no publicado todavía pero cuya versión preliminar se “filtró” en 2010), el campo del autismo se ha ensanchado de manera considerable con el nombre de “trastorno del espectro autista”, y mire por donde ya concierne a más del 2% de los niños en edad escolar. De esa manera, hemos pasado del 0,02% al 2% de los niños.

MQ: Pero, ¿a quién beneficia esa inflacción de efectivos?

AA: Sabemos en todo caso que para luchar contra el autismo, la HAS preconiza en la actualidad las TCC asociadas a estrategias medicamentosas diversificadas “útiles para disminuir o suprimir comportamientos inadaptados” a base de neurolépticos, opiáceos, carbonato de litio, betabloqueantes, antidepresivos, “píldoras de la obediencia”, antifungicidas, tratamientos hormonales, vitaminas, calcio… Como ve, un mercado jugoso para los fabricantes de medicamentos. En el año 2010 ¿acaso Carol Bernstein, presidente de la APA (Asociación Americana de Psiquiatras) no precisaba que era necesario “hacer aceptar a los pacientes los tratamientos farmacológicos recientemente aparecidos”? (1) Lo he mencionado ya, los psicoanalistas no se oponen al uso de medicamentos para acompañar el tratamiento del autismo, pero lo que sucede es que al ensanchar considerablemente el campo del autismo, se amplía oportunamente el mercado…  Pero hay algo más. Al avalar hoy día la promoción de “un autismo genético”, el DSM crea un nuevo mercado: el de los test genéticos, facturados en términos de unos buenos millones de euros y, podemos hacer la apuesta, propuestos por esos mismos laboratorios…

MQ: ¿Qué tenemos sobre la independencia de la HAS y de los médicos “expertos” de Francia y de Navarra que acaban de hacer público su informe? ¿Esa virtud no era para ellos un principio cardinal? ¿El que hace el juramento de Hipócrates no declara: “Preservaré la independencia necesaria para el cumplimiento de mi misión”?

AA: Recuerde el escándalo de Médiator… La trama que reveló los conflictos de intereses entre los expertos “independientes” y las firmas como Servier, y que hizo decir a Alain Bazot de l'UFC-Que Choisir que el sistema del medicamento francés era un “sistema podrido”. Desde 2009, el profesor Philippe Even, anterior Decano de la Facultad de Medicina Necker en París y profesor emérito de la Universidad de París V (2) declaró que los expertos médicos franceses tenían los mismos “conflictos de intereses” que sus colegas americanos. (3): "Son las medicinas académicas las que aseguran la promoción de los medicamentos (…) y eso pasa también en los USA. Entre los 1.200 expertos de las agencias nacionales francesas del medicamento, más de la mitad declaran tener vínculos con los industriales. Y un 20% declara no tenerlos, sin que esto sea investigado. Los demás no hacen declaración a pesar de que sea obligatorio. Las comisiones de expertos son, tal y como sucede en USA, juez y parte a la vez.” (4). Y más recientemente aún, recuerde cuando el director de la HAS, el profesor Jean-Luc Harousseau mismo, debió reconocer (tras haber firmado una primera declaración pública de intereses libre de vínculos con la industria farmacéutica que había recibido más de 200.000 euros, a título personal, por parte de distintas firmas farmacéuticas en los tres años anteriores a su llegada a la jefatura de la HAS. Y eso para no hablar de las cantidades recibidas por las estructuras de investigación que él dirigía.

MQ: Este profesor Harousseau, que dice querer, por encima de todo, evaluar el psicoanálisis, ¡merecería ser él mismo evaluado en lo que se refiere a su independencia! Cuando él dice que, en la actualidad, este Informe sobre el autismo “marca una época” y que en materia de asistencia al autismo “nada será como antes”, debemos creerle… Tanto como debemos creer al diputado Daniel Fasquelle – autor, en enero pasado, de una proposición de ley que formulaba “el final de las prácticas psicoanalíticas en el acompañamiento del autismo” (en beneficio exclusivo de los métodos TCC)—cuando decía que se negaba a bajar las armas contra los psys, precisamente él,  que es miembro del club Hipócrates, un club de parlamentarios (cuya página Web no es ya, de manera extraña, accesible), un club sostenido, de manera evidente,  por el laboratorio GlaxoSmithKline, un laboratorio que fabrica, entre otros, antidepresivos recomendados para tratar el autismo...
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Traducción de Jesús Ambel, con la amable y gentil autorización de la autora

El poder de la ciencia ficción. A propósito de las taxonomías psiquiátricas - José María Álvarez y Roberto Martínez de Benito


Lecturas Críticas 2 - Hacia el Forum de Sevilla

El poder de la ciencia ficción. A propósito de las taxonomías psiquiátricas 

José María Álvarez y Roberto Martínez de Benito

Al clasificar las enfermedades mentales y embrollarse en disquisiciones diferenciales, mediante un prodigio retórico consiguen los expertos desplazar la atención del problema fundamental, esto es, la definición de enfermedad mental. Cualesquiera que sean los paradigmas o modelos argüidos, en el fondo siempre podrán reducirse a las posiciones adoptadas frente a las dos grandes preguntas formuladas por el pathos. Pues su estudio nos obliga a decidir y tomar partido ante un par de cuestiones decisivas. La primera, referida a la sustancia, esencia o naturaleza de la enfermedad mental, implica una elección epistemológica: ¿la enfermedad mental es una construcción discursiva o un hecho de la naturaleza? La segunda, relativa a sus límites y fronteras, nos avoca a dos interrogantes a menudo enlazados: en primer lugar, las relaciones entre lo uno y lo múltiple; en segundo lugar, la articulación o la contraposición entre lo continuo y lo discontinuo.

Sobre este suelo se asientan todas las reflexiones psicopatológicas y las construcciones taxonómicas. De forma absolutamente original, Freud elaboró una psicología patológica basada en la elección inconsciente de mecanismos defensivos y en los efectos patógenos que ella conlleva. El clasicismo lacaniano supuso un desarrollo y perfeccionamiento de este modelo de las estructuras (clínicas) freudianas. Confirmando una tendencia acorde con la madurez y la experiencia clínica, tanto Freud como Lacan relativizaron, con el paso de las décadas, la perspectiva estructural (discontinua) y se abrieron a otra más continuista, perfectamente conjugable con la anterior. Si algo llama la atención de la psicopatología psicoanalítica es la perdurabilidad de sus categorías clínicas, lo que contrasta con la continua renovación de las nosotaxias psiquiátricas.

Inspirándose en el método científico, las actuales taxonomías psiquiátricas aspiran a ordenar las enfermedades mentales mediante un marco homogéneo de referencia, tanto descriptivo como semántico. Para ello proponen una terminología universal que engloba las referencias clínicas y las de investigación en el campo de la salud mental. Desde luego, estos objetivos son muy loables siempre y cuando se limiten a recomendaciones surgidas de construcciones discursivas y preserven al sujeto en las clasificaciones propuestas.

En contraste con la relativa modestia de la Clasificación Internacional de Enfermedades de la OMS, los últimos DSM transmiten una ideología biomédica que encumbra la enfermedad y allana cualquier retoño de subjetividad, es decir, desposeen al sujeto de su participación en el malestar que le aqueja. Quizá el mérito de la extensión de esta ideología cientificista deba atribuirse a Robert Spitzer, el principal hacedor del DSM-III (1980). Con esta taxonomía supuestamente “descriptiva” y “ateórica”, mediante un prodigio retórico admirable, el otrora psicoanalista Spitzer da la puntilla a la orientación psicoanalítica, hasta entonces imperante.

Cuando se observa la trastienda de la ciencia, la contundencia de sus argumentos se desvirtúa al instante. Tras tanta pompa se oculta el método de consenso que afianza esas nosotaxias. Pues a través del consenso de expertos es como se llega a la definición operativa de los trastornos y su agrupación en clases. Estos grupos de expertos recogen una opinión mayoritaria de lo que algunos profesionales de la salud mental consideran un determinado trastorno; después, proponen una definición descriptiva mediante los síntomas que se cree los conforman; finalmente, los agrupan en torno a criterios de clase: trastornos psicóticos, del humor, del desarrollo, etc.

A partir del proceso descrito, se procede a estudios de campo consistentes en la validación de estos presuntos diagnósticos mediante el estudio estadístico de poblaciones a las que se ha realizado un determinado diagnóstico. En algunos casos, dicho proceso puede culminar en la confirmación de una especie estadísticamente consistente, de lo que se concluye su existencia real. Con esta pirueta, un dato meramente estadístico se transforma en una categoría nosológica real.

No hay que estar muy versado en metodología para colegir sobre la escasa certidumbre científica de este modelo, el más bajo en la medicina basada en pruebas. Sobre el desconocimiento de la etiología o la fisiopatología de las enfermedades mentales se erigen estos edificios nosotáxicos, depurados en su acabado pero huecos en el fundamento clínico. Todo ello pone de manifiesto lo alejados de las ciencias de la naturaleza que se halla estos saberes y lo cercanos que están a la ciencia ficción. Sin embargo, esta ideología y su omnímodo poder se extiende como la lava, arrasando cualquier diferencia subjetiva y reduciéndolo todo a un silencio deshumanizado.

viernes, 16 de marzo de 2012

La ciencia o la necesidad de la infancia - Javier Peteiro Cartelle


Lecturas Críticas. Hacia el Foro III.

Iniciamos la serie de textos de Las Lecturas Críticas, con un trabajo de Javier Peteiro que nos habla de la curiosidad, el deseo poético, el descubrimiento cómo lo ajeno a la erudición, la intuición, la creación desde la ignorancia y el juego, las preguntas sobre lo esencial, la ausencia de proyectos, la mirada infantil, la belleza de la verdad de la teoría construida, todo en oposición a la asfixia, lo técnico, la educación inhumana, la ciencia infantiloide tomada en serio, concluyendo el autor que sólo desde la perspectiva de la infancia es posible la Ciencia.
Le recomiendo que lean cariñosamente este texto y relean a Freud en sus textos  " Sobre las teorías sexuales infantiles" (1908), "Análisis de la fobia de un niño de cinco años" (1909) y " La investigación sexual infantil" (1910), para encontrar su propuesta de la PULSIÓN DE SABER, inseparable de la CUSIOSIDAD SEXUAL.
Y retomando las palabras de Javier Peteiro cómo de deseo poético se trata, les dejo con una poesía de Antonio Machado, poeta Sevillano que nos devuelve a la infancia, espero les anime a participar en este Foro III.
 
Carmen Campos
 
Era un niño que soñaba
un caballo de cartón.
Abrió los ojos el niño
y el caballito no vió.

Con un caballito blanco
el niño volvió a soñar;
y por la crin lo cogía...
¡Ahora no te escaparás!

Apenas lo hubo cogido
el niño se despertó.
Tenía el puño cerrado.
¡El caballito voló!

Quedándose el niño muy serio
pensando que no es verdad
un caballito soñado.
Y ya no volvió a soñar.

Pero el niño se hizo mozo
y el mozo tuvo un amor,
y su amada le decía:
¿ Tú eres de verdad o no?

Y cuando el mozo se hizo viejo
pensaba: todo es soñar,
y el caballito soñado
y el caballito de verdad.

Y cuando le vino la muerte,
el viejo a su corazón
preguntaba: ¿ Tú eres sueño?
¡ Quién sabe si despertó!

La ciencia o la necesidad de la infancia
Javier Peteiro Cartelle
     
    La infancia es, en condiciones normales, un tiempo de juego y de curiosidad. El mundo se abre progresivamente y todo él merece ser chupado, observado, cuestionado. Surgen preguntas espontáneas que abarcan desde los poderes de un héroe hasta el origen de la vida humana (las cigüeñas fueron aliadas de padres asustados ante la cuestión esencial). En el niño lo mítico es real y, si fuera imaginable que a escala humana la biografía recapitula la historia, participar en lo infantil supondría retornar al mundo en que los dioses aun vivían sobre la tierra, satisfaciendo el deseo poético.
    Dejar la infancia no significa necesariamente madurar. El transcurso del tiempo no se relaciona linealmente con el acontecer biográfico y es necesario acudir a lo bueno de los orígenes. La pregunta de Nicodemo a Jesús "¿Como puede uno nacer siendo ya viejo?” es paradójicamente infantiloide, porque sí es necesario renacer.
    Hay quien al ver una obra de arte abstracto manifiesta que la podría pintar su nieto, sin darse cuenta de que precisamente eso es lo que puede conferir todo el valor estético a la pintura contemplada.
    Algo parecido ocurre en la investigación científica. El descubrimiento es ajeno a la erudición. Los grandes matemáticos y físicos muestran su genialidad siendo muy jóvenes. Einstein tuvo su annus mirabilis a la edad de 26, desarrollando la teoría de la relatividad a partir de una intuición de adolescente.
    La Filosofía y la Ciencia comparten el afán epistémico, pero su método es diferente. La erudición en vastos campos del saber favorece la  construcción filosófica sistemática. Para un científico es mejor no saber casi nada y crear desde esa ignorancia. Los ejemplos abundan. La Biología Molecular se desarrolló inicialmente por parte de físicos. La computación con moléculas de ADN se le ocurrió a Adleman tras oír hablar por primera vez de esa molécula. Hay quien construye origamis con ADN porque sí, por jugar, aunque después resulte que tengan aplicación práctica. La gran ciencia surge del juego y de la curiosidad. Siendo actividad lúdica, supone la permanencia de lo mejor de la infancia, su creatividad y su sed de exploración de preguntas sobre lo esencial.
    La investigación científica realmente válida supone ausencia de proyecto (decía Kornberg que el mejor proyecto era no tenerlo), puro juego de materias y lenguajes para satisfacción de una mirada infantil omnipotente que se extasía ante lo bello a tal punto que es esa belleza la que frecuentemente sugiere la verdad de la teoría construida, como afirmaba Dirac.
    Es triste ver cómo la infancia se sofoca mediante la imposición de currícula escolares y extraescolares sobrecargados que cercenan lo lúdico y lo mágico. Es triste ver la asfixia del mito vivificante en aras de lo técnico. Esa educación inhumana creada por “expertos” y deseada por muchos padres conduce a lo peor. En ausencia del mito y del juego, sin héroes, la ciencia es tomada en serio y pasa a profesionalizarse, a industrializarse, a servir al comercio. Nadie que no se haya preguntado lo importante en su infancia podrá hacerlo nunca por mucha historia de la filosofía que estudie; sólo mostrará erudición inútil. Pero abundan los profesionales del saber, quienes, despreciando la narración heroica y considerando que la ciencia debe ser seria, hacen de ella un mito descafeinado deificándola, convirtiéndola en la única posibilidad de salvación y amaestrando a la juventud hacia la peor distopía, la cientificista. 
    Cuando uno no cree en Dios (y quién sabe qué quiere decir esa palabra) cree en cualquier cosa, decía Chesterton. Cuando se abandona la riqueza mítica y se ignora el método científico se sucumbe fácilmente al atractivo de lo paranormal, de lo New Age o del higienismo, tantas veces preludio de la dictadura.
    Sólo desde una perspectiva infantil es posible la Ciencia, del mismo modo que sólo desde la infantilización subyacente a tantas seriedades se la adora o se la confunde con ídolos miserables.

jueves, 8 de marzo de 2012

Salir de la encrucijada - Mariana Alba de Luna

Siempre me sentí interrogada por sus silencios y por su forma extraña de estar entre nosotros. Apoyada en su ventana, los ojos cerrados, ella amaba sentir las vibraciones de los coches pasar a lo lejos o, sentada en el jardín mirar en el suelo a los minúsculos seres, moviéndose incesantes, cada uno ocupado en sus quehaceres silenciosos.

Yo, no podía más que tratar de situarme en un ángulo de su mirada que hubiese podido permitirme encontrar al fin, la puertecilla de acceso que abriría a su mundo. Pero mis intentos fracasaban siempre contra lo imposible. Mi hermana se encerraba en su mundo autístico y le sonreía de la misma forma desconcertante que tenía de sonreírle a las hormigas. Yo sufría por no poder comprenderla totalmente. Había compartido su vida y había asistido a sus pequeñas victorias misteriosas. Cuando, por ejemplo, yo la observaba coger el periódico, siempre al derecho, y mirar fascinada las letras, como si ellas supieran hablarle sin causarle violencia. Frente a algunas máquinas parecía muy astuta, e invencible.  Como con su balón de fútbol duro y consolador siempre pegado a su cuerpo, cual una armadura y escudo de guerra. Por las noches, como un signo de una gran confianza, ella venía a depositar unos segundos su preciado balón entre mis manos para que yo lo hiciera girar por los aires. Y en ese instante, su risa que bailaba resonando festiva, era un momento de gracia de una fragilidad de cristal, si preciosa e infinita.

No fue fácil para mi, comprender y aceptar lo que le pasaba. Comprender porqué ella era tan diferente de los otros. De hecho, no pretendo haber logrado saberlo completamente. Pero pude comprender mejor y llevar conmigo mi propio sufrimiento de haber tenido y tener una hermana tan singular.

Luchar porque los otros respetaran sus miedos cuando, inoportunos, se acercaban demasiado, rompiendo y amenazando su necesidad de mantener un espacio delimitado ; y hacer mi posible porque se aceptara su diferencia, fue desde muy temprano una posición decidida por mi parte. Posición tomada con la convicción de que esa era una de las cosas que yo podía hacer para no dejarla sola y, a la vez, no dejarla encerrarse en su autismo.

Felizmente a ella nunca le faltó un lugar para ser recibida en una institución especializada que supiera respetarla, al igual que a sus síntomas. Siempre estuvo rodeada de gente extraordinaria que la ayudó a progresar. Pero esas pequeñas instituciones eran privadas y creadas a la iniciativa de los propios padres. Mi hermana nunca habló, porque eso es así.  y porque tal vez ella no quiso jamás dejar resonar su voz, a lo lejos. Ningún método coercitivo vino nunca a forzarla a nada, ni mucho menos obligarla a ceder su preciado balón esperando poder recuperarlo a cambio de algunos comportamientos «adaptados».

Mis padres, fueron siempre escuchados y ayudados por esos profesionales orientados que tan finamente supieron dejar lugar a la singularidad de mi hermana y acompañarnos. ¿Contó eso de alguna forma en mi vida ? Ciertamente. Ahora soy psicóloga-clínica y psicoanalista. Yo también he trabajado durante muchos años y trabajo con niños, entre ellos autistas, conjuntamente con sus padres. Me he apoyado sobre mi vivencia, sobre lo que me enseñó haber compartido la vida de alguien tan singular, una autista, su sufrimiento y el de su familia.  ¿ Acaso ello invalida mi posición o mi discurso como familiar o como profesional? No, de ninguna manera.

Pero es también mi propia experiencia y formación psicoanalítica quien me permitió orientar de forma ética mi trabajo con esos niños y con sus padres, de tal manera a poder respetar su propio sufrimiento y su recorrido. Ninguna historia es comparable ni superponible a otra.

Saber respetar los pequeños detalles que captan la atención de esos niños y, a partir de ellos, ayudarles a construir un mundo a su medida. Que les permita continuar, a mantenerse vivos y a entrar en un modo de relación social con los otros, es primordial para todo ser autista. Ayudar y acompañar a las familias, aún más. Es ilusorio pensar que el acompañamiento de un niño autista debería basarse sobre un solo enfoque, y los psicoanalistas nunca han abogado por tales posturas. En tanto que profesional, es ahora que estoy confrontada en este país del primer mundo, a la dificultad creciente de orientar a esos niños y a la gravedad de la falta de lugares para muchos de entre ellos. Algunos niños son diagnosticados tempranamente, pero ello no cambia mucho su situación, pues existen muy pocas instituciones donde orientarles, que puedan acogerles y las listas de espera, en los centros existentes, son escandalosamente largas o muy sectorizadas.

Entiendo y comparto la desolación de los padres y su reclamo por que sus hijos continúen  a ser integrados en la escuela o admitidos en un establecimiento especializado, para que puedan recibir una atención terapéutica, cuidados y que una orientación educativa congruente les sean propuesta. Pero, en tanto que familiar de una persona autista, no comparto el odio actual que manifiestan algunos familiares, ni las feroces acusaciones que algunas asociaciones de padres hacen respecto al psicoanálisis. Así como tampoco comparto la alocada posición de aquellos que, en nombre del psicoanálisis, continúan buscando el origen del autismo del lado de una supuesta culpa materna. Algunos padres de niños autistas se dejan manipular por el miedo y a causa de su desesperanza. Eso me parece intolerable. Ellos necesitan ayuda y sostén, no de mentiras.

Es necesario llevar y sostener el debate con los poderes públicos, para obtener, ciertamente, un mejor recibimiento, y alojo institucional de sus hijos y el seguimiento de una atención terapéutica y educativa pluridisciplinar adaptada.  Pero sin olvidar que todo niño autista necesita ser escuchado y respetado mismo en su silencio. Las personas autistas no necesitan ser «formateadas», ni ser puestas «bajo control», pues su fuerza reside, justamente del lado de su singularidad.

Incluso si un día, se lograse encontrar la causa del autismo, lo que al parecer no es aún el caso, los autistas continuarán siendo seres de lenguaje y su subjetividad seguirá siendo algo a tomar en cuenta. En los debates actuales, no se hace caso de aquello que ellos mismos defienden y de aquello que nos han enseñado con sus vivencias. Los que pueden dar testimonio lo han hecho. Escuchémosles.

Mas allá de toda causa, existe el sujeto y su subjetividad. Existen tantos autismos como hay sujetos autistas. Pero, actualmente los autistas, continúan siendo las primeras víctimas del enigma que ellos siempre han despertado en los otros.