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miércoles, 25 de mayo de 2011

BOLETIN ON-LINE nº 19


BOLETÍN ON-LINE nº 19
II FORO: LO QUE LA EVALUACIÓN SILENCIA
 "Las Servidumbres Voluntarias"
Madrid, Sábado 11 de junio de 2011. Círculo de Bellas Artes

A-forismo
“El discurso del Amo ha logrado su máxima consumación con el discurso capitalista, poniendo entre paréntesis su carácter civilizador. La traba ha sido levantada. El crecimiento del impasse que habitaba el núcleo mismo de la civilización ha vencido su límite.” Manuel Montalbán Peregrín en “Comunidad e Inconsciente. El Psicoanálisis ante el hecho social” (Miguel Gómez Ediciones. Málaga, 2009).
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Desde Bloc de l'Àngel Pagès. Seaview Submarine



UNA SEGUNDA TRANSICIÓN

Ignacio Castro


Es de agradecer la intención, pero los periodistas del Washington post se confunden, como es habitual en su gremio. Esta no ha sido la “primavera de la frustración” en España, sino la de la decisión resuelta y contagiosa, aunque después acabe -no lo esperamos- como el rosario de la aurora. La frustración fue todo lo anterior que, aunque duró años, les pasó desapercibido. Qué vamos a reprocharles, pobres, si sus colegas de aquí tampoco se enteran. El 15-M es desde hace días la potencia inaudita de construir la propia vida sin miedo a la libertad, al margen de todos los que quieren hacerse cargo de nuestro bien a cualquier precio. Ya ocurría soterradamente en millones de personas, pero no lo percibíamos. Como en el caso de ese pequeño desliz neoyorquino de un dirigente del FMI, los que mandan han tomado nuestra muda depresión por “sexo consentido”. Le puede ocurrir a cualquiera. Pero ahora damos por supuesto el fin del equívoco sexual y el consiguiente proceso de denuncia por violación. Que la presidenta de la Comunidad de Madrid le suene mal el adjetivo real para el sustantivo democracia sólo se debe a su animadversión a los sinónimos de común y su preferencia por otros adjetivos. Por lo demás, si la Puerta del Sol ha perdido su aire radiante y tiene un aspecto un poco tunecino… Qué se le va a hacer, son nuestros vecinos. Lo que siguen son reflexiones filosóficas marginales que, naturalmente, pueden ahorrarse, tanto si son militantes de un lado como del otro.

I
Estos días demuestran a gritos lo que ya sabíamos, que la gente se las arregla a solas, sin contar con los líderes audiovisuales. Lo que se junta desde mucho antes del día 15, lo que de hecho da consistencia a este movimiento, es la sabiduría de una soledad compartida. “Abandono vivido en común”, como se dijo en unos tiempos que estos militantes de la democracia real no vivieron, afortunadamente para todos. ¿Qué encontramos al bajar por fin a la calle? La alegre comunidad de las fuerzas anónimas. Ante la huelga de brazos caídos del Estado y sus servicios mínimos, el voluntarismo máximo en el cual se comparte todo, ideas, consignas y bocadillos. Por supuesto, todo el desorden del mundo, a veces sin altavoces y coreando consignas superpuestas, pitidos estridentes y algarabía con delicioso aire árabe. Por supuesto, algunos alborotadores vocacionales en los bordes. Al cabo de unos días, muchos mirones y hasta turistas. Pero en conjunto, extremadamente vital, emocionante, confiado y también divertido. No sólo indignación, sino ante todo jovialidad en estado puro frente a este funeral a plazos que nos ofrece la información diaria y la agonía política parlamentaria mezclada con la mitología de moda, la estadística. Tristeza y hartazgo atravesados hasta la insolencia de decir en alto: miserables gestores, no nos representáis, no os necesitamos, no necesitamos vuestro permiso. En efecto, tan poco pan y tanto chorizo, por repetir una consiga célebre, acaba hartando. Y llega un momento en que, aunque seas moderado en tus ideas, pierdes el miedo a gritar, a bajar a la calle y juntarte con don nadies como tú. De ahí esta adhesión casi jubilosa a un destino de todas formas sometido al sacrificio. ¿No es esta la generación que el admirado Felipe González calificaba de “perdida”? Pues bien, aquí están, haciendo de su perdición un arma.

II
¿Y mañana? ¿Y después, en junio? Claramente, uno de los retos es la estabilidad, darle algún tipo de permanencia a la generosa energía de este movimiento sin caer otra vez en el latifundismo partidario. Lo mejor de este movimiento es su ambigüedad no calculada, incluso el hecho de que ni siquiera sea radical o anticapitalista. Gracias a ello, queda ya alguna certeza. Primero, se vote como sea el día 22, será lo mismo. Mejor dicho, nada será igual porque, aparte de los números, habrá cambiado el sentido de cada voto y el sentido de la democracia día a día, entre cada cita electoral. Es probable que Democracia Real siga existiendo. En todo caso, parte de la población y algunos políticos menos corruptos habrán tomado buena nota de los acontecimientos de estos días. Cuando el poder no respeta a las personas, de pronto estas dejan de rivalizar y empiezan a respetarse mutuamente. Si la única circulación en esta sociedad es la de las elites y las redes, la abstracción del dinero y la información en tiempo real, ahora la gente se junta en el tiempo diferido del espacio, en el tiempo físico de la concentración. Se junta contra la circulación virtual de los flujos, intrínsecamente “piramidales”. Concentrada, la comunidad lucha contra la dispersión de este poder que nos quiere aislados, comunicados a distancia. El 15-M también se rebela contra el último refugio de la sociedad de espectáculo, el desfile televisual de las estrellas, de las víctimas y la organización social de la caridad. Lo que los expertos han tardado en perdonarle a los protagonistas de la Puerta del Sol y muchas plazas españolas es que no se conformen con ser víctimas y hayan salido del purgatorio.

III
El “blanco y negro” de decisiones ocultas siempre está tras el color. Frente a la pesadez de las instituciones binarias –aunque haya más, siempre son dos las que acaparan la hegemonía- por fin ocurrió la vitalidad, el río de lo popular. Para los políticos profesionales y periodistas la perplejidad consiste sobre todo en el hecho de que la gente no espere al guión informativo y a la agenda política para decidir qué quiere en la vida pública. Con o sin permiso, manifestarse significa desbordar el aislamiento privado a que nos someten los que quien vernos como un público cautivo -eso es para ellos el sistema-  y pasar a la acción, la acción de marchar gritando lo que piensas. Por fin la vida inunda la calle de la historia, compartimentada hasta ahora por esta miseria cotidiana que administran los medios y los partidos. Tanto monta, monta tanto, pues se dan de comer mutuamente.

IV
No dejan de tener algo de razón, a su pesar, los políticos conservadores que comparan el movimiento 15-M con la marcha nocturna contra las mentiras del PP en la noche del 13 de marzo de 2004. Sólo que ahora los manifestantes se enfrentan a las mentiras de la clase política en bloque, a todo el espectro ideológico parlamentario. Y esto además en la capital de España, donde precisamente se suman la política estatal del PSOE y la política regional del PP, ambas profundamente inmorales. Los expertos, políticos o periodistas, siempre aludirán a manipulaciones oscuras, pero lo que es sorprendente en este caso, lo que tiene de emocionante para unos y de preocupante para otros, en pleno proceso electoral, es que miles de jóvenes hayan abandonado el victimismo y la manipulación mayoritaria de la que son objeto para salir a la calle denunciando la infamia de esta democracia virtual y sus operaciones teatrales.

V
Frente a la indiferencia de la gestión, esta grisalla del comentario frívolo ininterrumpido, la información basura, las mentiras a medias y el aplazamiento perpetuo, por fin la decisión popular, la rabia jovial de gritarles treinta verdades como puños al arco entero de la mediocracia. Y esa deliciosa generosidad callejera, donde cada cual intenta escuchar o buscar consignas que tengan resonancia. El eco multiplicado de miles de pequeños descontentos, parecidos en el tono, al fin se unifica en emblemas que extienden la equivalencia como un reguero de pólvora. Por eso dicen: “No estamos aquí para reclamar sencillamente el acceso a hipotecas o para protestar por las insuficiencias del mercado laboral. Esto es un acontecimiento. Y como tal, un suceso capaz de dotar de nuevos sentidos a nuestras acciones y discursos”. Así pues, por una vez, cada voto, cada abstención, representará una vida. No se trata sólo de números, sino de sentido. Y esto a partir del sentido del humor de la gente que por una vez pierde el miedo y quiere que la calle rehaga el pulso de la democracia.

VI
No es tanto entonces, o no simplemente, una lucha “antisistema”, como una negativa a que ellos, esa casta que dice representarnos desde sus asientos de primera, detenten la exclusiva de lo que es el sistema con el pensamiento único de la bisagra partidista. Es significativo que, a espaldas de los problemas reales del país, los dos grandes partidos se pase el día insultándose: se odian como colegas, para que no se vea todo lo que les une. Se tiran todo el día los trastos a la cabeza porque mantienen una complicidad profunda en lo fundamental, en entender la política como gestión, marketing de la pasividad de los otros.

VII
Pensándolo bien, esto es una lucha por lo que debe ser el sistema. ¿Quiénes son realmente “antisistema”, aunque no precisamente jóvenes? Si entendemos por sistema el régimen real en el que vive la gente de a pie, “antisistema” son ellos, la laya descarada de banqueros y políticos que nos gobiernan, ayudados por sus correveidiles periodísticos. Fíjense además en la gracia de las coincidencias. Los mismos días que comienza el movimiento en Madrid y toda España, la autoridad máxima del celebrado FMI, el sujeto que decide cuándo y cómo se renegocia la deuda de un pueblo griego empujado a la ruina por “nuestro sistema”, es sorprendido en un hotel neoyorquino cuya habitación cuesta por noche cuatro o cinco veces más que el sueldo medio que ganan estos jóvenes que se manifiestan. ¿No hay razones entonces, no para indignarse, sino para decidirse? Aunque después resulte que no violó a la camarera, sino que sólo la sometió a múltiples vejaciones, el precio de la habitación donde este socialista da rienda suelta a sus dotes de mando es un dato en sí mismo obsceno, profundamente insultante. Y la misma vejación es la que él y sus amigos cometen con nosotros, también bajo la apariencia de consentimiento. La diferencia es que esta vez, pensando que el recinto era seguro, a este líder mundial “se le fue la mano”. Bien podíamos elegir a Strauss-Kahn patrón de todo este movimiento que grita basta ya a esta “violencia de género”, global y económicamente calculada, a la que se nos somete. ¿Qué minuta diaria tendrá su prestigioso equipo de abogados –“La batalla no acaba más que comenzar”, dicen- y quién la paga? Seguro que el dato es tan escandaloso o más que lo que ya hemos visto hasta ahora. Esta es la elite que dirige la Europa que admiramos.

VIII
Sin saberlo, y esto es lo mejor, los protagonistas de estos días no son ni siquiera “postmarxistas”. Nunca han sido empleados de esa homogeneidad ideológica de clase que no ha generado, desde hace mucho, otra cosa que inercia y connivencia con el automatismo del sistema. Afortunadamente para su salud mental, la mayoría de los miembros activos de Democracia Real nunca han sido “víctimas” ni del franquismo, ni del marxismo… ni siquiera del pensamiento débil propio de los nativos digitales. El maltrato que han sufrido por parte del sistema es para ellos el colmo de lo analógico, pues siempre nos recuerda una escena originaria que querríamos olvidar. Ellos, a través de la precariedad programada, saben algo de eso. Piensan por fin a golpe de sentimiento. De ahí que, al margen de partidos y sindicatos, se hayan adueñado del kilómetro cero de las comunicaciones. Es hora también de recordar que el fenómeno 15-M pone en su justo término a cierta mitología de las redes. Las han utilizado como herramienta, las han forzado como se hace con una llave inglesa, lejos de esa euforia tecnológica que sólo lleva al intercambio de bobadas, esa interactividad idiota del narcisismo tipo Mira mi foto. Por el contrario, esa común presencia del intercambio en espacio real disipa la mitología digital como un juego de niños. También enseña a discutir largamente sin odiarse. Común presencia frente al tiempo real del sistema en red que nos mantenía presos del aislamiento conectado. Sobre todo, la tecnología que se está usando a fondo es la de la vida que no depende de la información, la decisión de llevar el sentimiento a la palabra y a la acción común, que no cede ni ante las prohibiciones de la intocable Junta Electoral.

IX
Sin ser llamados, quieren “participar”: hacer algo por el Estado, ya que el Estado no hace nada por ellos. ¿Jóvenes antisistema? No, gracias, el piropo emociona, pero es excesivo. Y en exceso desinteresado. Ni tan jóvenes ni tan “antisistema”. Sin ningún afán visible y necesario de Revolución a la antigua usanza, estos jóvenes de entre 20 y 40 años que comenzaron el movimiento, quieren simplemente una sociedad menos corrupta y cutre, que permita trabajar. Quieren un sueldo digno y respirar sin la pistola de la precariedad en la cabeza. La vida ya es mortal: ¿ha de ser humillante además? ¿Es mucho pedir que tenga esquinas de sosiego? Cansados de unos políticos, unas coartadas ideológicas y unos cómplices comunicadores que se limitan a administrar el oscurantismo –una muestra de ellos es el tratamiento que han dado durante días a esta irrupción- han tomado la calle. Gracias, hay que decirlo, a que no es en absoluto visible una “ideología” común. Más bien la indignación, y la consiguiente burla, frente a las ideologías globales que se limitan a sobrevolar la vida popular, siempre en sillones de primera y con estadísticas amañadas en la mano. De igual modo que Bush durante días y días no pisó el barro del Katrina, así nuestros políticos, amurallados en sus respectivos aparatos partidarios y en sus cálculos electorales. Hay gente clave del PP y el PSOE que ha crecido literalmente dentro del aparato, sin pisar la calle. Algunos hemos pensado que el escándalo gremial de los controladores aéreos, con sus sangrantes privilegios impunes durante años, se debía a que representaban el ideal de una clase político-mediática que sólo sabe sobrevolar, controlar a distancia.

X
En cierto modo, la gestión aparentemente neutra de estos expertos que nos manejan y han convertido la democracia en una pantomima, le dice a los manifestantes lo que decía Franco: “Hagan como yo, no se metan en política”. Es decir, déjense gobernar por quienes saben mejor que ustedes cuáles son sus problemas y sus soluciones, qué es lo que realmente necesitan. Y esto tiene el descaro de decirlo la elite de políticos y periodistas que hace veinte años que no bajan a la calle sin una nube de asesores, secretarios, escoltas y un Audi de cristales opacos esperando cerca. Del mismo modo que los expertos que nos gobiernan jamás toman el metro, tampoco se enteran de cuál es el maltrato real que siente la juventud. De tal ninguneo sistemático, del que los culpables -en su distancia mediática- ni se enteran, esta propuesta de democracia real, que les pilla totalmente por sorpresa. “¿Cómo, pero no vivimos ya en democracia?”. Pues no, no lo sienten así millones de personas, en España y en Europa. Las alusiones en la prensa europea a la plaza de Tahrir nos vinculan con cierto nepotismo con el que toman distancias, a la vez que intentan marcar los Pirineos y evitar el efecto contagio. Nos gustaría que la mancha del kilómetro cero se extendiera a Inglaterra, Francia e Italia, pero no es fácil, habida cuenta del control de la información y posiblemente una política social un poco más inteligente.

XI
Mientas tanto, estos jóvenes españoles cometen el pecado de los pecados, ignorando la mítica fecha electoral y el sacramento de elegir entre dos versiones simétricas de la misma miseria. Esto ya es intolerable, se dice el tertuliano medio: ¿a quiénes sirven estos jóvenes irresponsables? La comparación con Egipto indigna a nuestros analistas políticos, naturalmente embutidos en el racismo Norte-Sur. Pero es evidente que hay concomitancias y que España se ha hecho eco tardío de los acontecimientos del sur del Mediterráneo. Con el mismo gesto altanero que tuvieron con Túnez y Egipto, la clase política europea no puede imaginar que los pueblos tengan su propia percepción de las cosas, su propio proyecto, su propia concepción de la democracia, al margen de la bazofia que se les sirve desde arriba. Han tomado su silencio, su resistencia sorda durante años, su depresión, por aquiescencia. Por lo tanto, dicen, si de repente alguna gente se levanta, es que alguien está detrás manipulándoles. Ya conocen el refrán: Piensa el ladrón…

XII
Inanidad de poder, vacío con el que se juega día a día igual que se juega con la inercia, el fatalismo global y la depresión a cámara lenta. Lo mejor del librito de Hessel, en su sencillez, es su llamada a la movilización individual, la fe en que “el mundo” cambia si uno se pone en marcha a partir de su percepción y su sentimiento. Precisamente el gran ardid fatalista del “sistema” son las fuerzas ciegas del mercado, la “mano invisible” y acéfala que gobierna los pueblos desde las alturas de Bruselas, París, Bohn o Wall Street.  Pero de repente a estos jóvenes les importa un comino toda esa letanía a la que nos habíamos adaptado. Sólo saben, y es suficiente para rebelarse, que su presente es miserable y su futuro no promete nada mejor, al contrario. Así pues, ¿qué tienen que perder? Tiene gracia ver a los analistas políticos tartamudear ante un acontecimiento para el que no estaban preparados. De pronto, resulta que la gente no es idiota. Viven aquí, trabajan aquí, aman y sufren aquí. Quieren por tanto empezar a cambiar las cosas, aquí y ahora. También quieren que respondan los políticos a los cuales les pagamos, no ya su tren de vida, sino su “jet de vida”. Por eso nuestros eurodiputados se resisten a viajar todas las semanas en clase turista, pues alegan estar muy estresados. Es de suponer el chiste que Democracia Real haría aquí.

XIII
A pesar de todos los escándalos, quizás hoy nuestra primera corrupción es la del particularismo, la endogamia y su inercia. Me refiero al caciquismo institucional que funciona en todos los ámbitos de la vida pública española, desde la Universidad a los organismos oficiales de música contemporánea. La Transición nos liberó pacíficamente de la dictadura. Lo que pide tal vez el movimiento Democracia Real es una segunda transición que nos permita dejar atrás esta democracia osificada, bloqueada por la dictadura financiera europea y nuestra burbuja partidista.

27N
Graciela Amorín

Tenían al principio, supongamos -tomo un ejemplo al azar- a un psicólogo. Al final tienen en su lugar a un psicólogo evaluado. Por supuesto, no notan la diferencia. El psicólogo no-evaluado y el psicólogo evaluado tienen los mismos rasgos, el mismo comportamiento, pero, en realidad, se ha producido una sustitución muy importante, puesto que el psicólogo evaluado entra en el conjunto de los seres y objetos evaluados. Se ha convertido en un valor con rostro humano. Jean-Claude Milner.
El 30 de marzo último apareció en el BOE una ley cuya disposición adicional sexta permite a los licenciados y graduados en Psicología ejercer provisoriamente, durante un plazo de 12 meses, actividades sanitarias, siempre que acrediten la formación adecuada. Se pretende, así –en palabras de Felicísimo Valbuena-  “evitar que continúe desangrándose hasta su muerte el colectivo de decenas de miles de psicólogos dedicados a la psicología clínica desde hace décadas”.
Los primeros tres artículos del mencionado autor, colgados en Internet (La Psicología como profesión sanitaria), describen con claridad el proceso.
Al examen del 27 de noviembre de 2010 habían sido convocados 1.368 psicólogos por no haber acreditado la susodicha formación adecuada. Tuvieron el ánimo de presentarse 766 personas, llegadas para ello desde todo el territorio español, de las cuales el 77% no logró, tampoco en esta ocasión, acreditar sus saberes. A este elevado porcentaje de los happy few invitados a ser evaluados y a todos los otros miles de psicólogos que no han obtenido el título de Especialista en Psicología Clínica, se les invita, el 30 de marzo, a que se sometan a una nueva evaluación para poder seguir trabajando. Pero esta tercera evaluación caducará al cabo de un año. Parece una muestra de lo que Jean-Claude Milner llama “ilimitación de los procesos de evaluación”.
Inés es una licenciada en Psicología y psicoanalista que se presentó al examen del 27N.
Ya en Atocha, ella se preguntaba quiénes, entre los pasajeros que esperaban en el andén, iban a Cantoblanco para presentarse al examen. Creyó que pocos lo harían, no veía a nadie repasar apuntes. Pero al llegar al campus bajó mucha gente, algunos incluso con maletas. Una pequeña multitud enfiló hacia las facultades. Inés se les unió, olvidó que traía dibujado un plano para no perderse. Llegaron a la Facultad de Psicología y subieron las escalinatas.
Estaba cerrada. No era ahí el examen, lo recordaron al unísono, riéndose de sí mismos. El examen era en la Facultad de Derecho. Repetían que iban como borregos. Inés pensó que sí y que se referían, también, al hecho de aceptar ser examinados. 
Lo más odioso del examen y del curso del COP fue que se la evaluara -después de haberse formado y haber atendido siempre como psicoanalista- por sus conocimientos en psicología clínica cognitivo-conductual (PCCC).
No es que en el examen del 27 de noviembre no hubiese habido ninguna pregunta sobre psicoanálisis. Hubo algunas, pero ¿qué respuesta le iba parecer bien a un tribunal que no entendía de psicoanálisis? ¿La que más se acercara a las pautas de la psicoterapia cognitivo-conductual?
Las psicoanalistas, en el curso, eran minoría absoluta. Ella creyó que por haber estudiado tarde y en la Complutense, le resultaría más fácil. Cree haber entendido, por ejemplo, desde el punto de vista de los animales de laboratorio, por qué una aspirina es un reforzamiento negativo. Bastaba imaginarse ratón, pulsar la palanquita de las aspirinas hasta que caía en su boca abierta la que volvía a quitarle el dolor de cabeza. La supresión del dolor de cabeza incrementaba la probabilidad de que volviese a pulsar la palanquita para tomar aspirinas.
Preparar el examen para obtener el título de Especialista la atrajo porque vislumbró allí la posibilidad de trabajar en una institución. Pero la PCCC era una densa acumulación de registros, experimentos, cuestionarios, trastornos, estadísticas, diagnósticos, tratamientos psicológicos eficaces, tratamientos probablemente eficaces, tratamientos en fase experimental… Y más, mucho más.
Las terapias psicodinámicas nunca figuraban como eficaces. Sólo aparecían como tratamientos en fase experimental, para un par de trastornos del DSM IV TR.
Inés había aprobado sin problemas los exámenes de la facultad. ¿Por qué no iba a poder aprobar esto ahora, 18 años después? Fantaseó, incluso, con incorporar el título de Especialista a su currículum y llevarlo al INEM.
Encaró este aprendizaje con entusiasmo y disciplina, como las asignaturas de la facultad. Había textos curiosos, interesantes, quizás útiles. Sacó en préstamo, de los libros indicados, todos los que encontró en bibliotecas públicas. Pero no había relación entre el tiempo disponible -tres meses- y la cantidad de información que se suponía que debía tener asimilada para el 27N. Era como intentar beber el agua de una piscina. A veces se preguntaba si de verdad los profesores pensaban que tendrían tiempo de consultar la bibliografía que iban recomendando o si lo que sugerían eran chascarrillos de humor negro. Inés dice ser bastante obsesiva, no podía estudiar todo aquello como quien memoriza una poesía. Necesitaba contextualizar los conceptos, afianzarlos. Pero tanto los esquemas de los profesores como los dos tomos del Manual Oposición PIR preparado por el COP de Asturias, presentaban todo ya leído y condensado. Le resultaban indigeribles. En cambio le interesó, al menos como conocimiento del medio, la mayor parte de los dos tomos del Manual de Psicopatología de Belloch, Sandín y Ramos. Descargó de Internet todas las Guías de Práctica Clinica, referidas a dolencias psíquicas, editadas por el Ministerio de Sanidad. Sólo alcanzó a leer una, la referida a la depresión mayor en el adulto. Recuerda dos recomendaciones: Terapia electroconvulsiva, sí. Hierba de San Juan, no. En una biblioteca encontró el Libro de Casos del DSM IV TR, una traducción bastante mala, donde los profesionales -la mayoría médicos- solían ocupar su  tiempo visitando a los pacientes dentro de sus propias consultas. Inés lo fue leyendo durante los viajes en metro y, tras la lectura de cada caso, sin mirar el final del texto, intentaba acertar con la etiqueta diagnóstica. Piensa que es un tipo de etiqueta con adhesivo perenne, de la misma índole que el goce. Una vez que la colocan no hay nada que la quite. También los tratamientos operan como etiquetas, y de calidad superior. Inés cree que nadie supera, sin secuelas, el ser tratado como objeto de la psiquiatría, ni aún en los casos en que la indicación de pasar por ello pudo haber sido la decisión terapéutica más acertada.
Regresa a la mañana del examen. ¿La traicionó el inconsciente o los límites biológicos? Había dormido, como de costumbre, sólo cuatro horas. Ya no suele dormir más. Si 18 años atrás le bastaba con haber dormido una hora, ahora tendría que sobrarle con cuatro. Pero a las tres horas de estar lidiando con ese conjunto interminable de preguntas malvadas, le pareció que no podía pensar más. Dejó el móvil en el escritorio de la funcionaria, para que lo silenciara ella si sonaba la alarma a la hora de la medicina, y se dirigió al servicio. No percibió que la funcionaria la seguía. Luego, tras regresar en su compañía, otra vez ante esas preguntas tramposas, decidió que tenía que dar por terminada la parte teórica, debía comenzar con los casos prácticos. Pero había dudado tanto que no había contestado ni el mínimo para aprobar. Durante el curso del COP les habían insistido en que, si dudaban, no contestasen muchas más de las necesarias, solo algunas, pues descontaban puntos por los errores. Para colmo, dejó casi todas las preguntas de reserva sin responder, no imaginó que pudieran hacer falta. En la facultad, nunca nadie había impugnado ninguna pregunta. Fue un grave error, porque anularon diez preguntas entre las más de 70 impugnaciones que leyó. Los textos de las impugnaciones la dejaron anonadada. El que sabe, sabe, y el que no sabe, examina. Era evidente.
Terminó la parte práctica y vio que, pasadas ya las 4 horas disponibles para la prueba, quedaba solo ella en la sala. Y la funcionaria, claro. Revisó rapidísimo la primera parte, confirmó lo menos dudoso de lo dudoso y dio por terminado el examen. Le hace bien pensar que un par de días después, sin repasar, completó la primera parte y si aún hubiese sido la mañana del examen, hubiese aprobado. Quizás, con diez años menos, hubiese tenido más agilidad para caer de pie en las casillas apropiadas. O  no, porque lo logró un porcentaje muy pequeño de quienes se presentaron.
Pasadas unas semanas desde el 27N, le llegó del INEM una citación para un proceso de selección. Si tras una primera evaluación era considerada apta, podría realizar un curso de formación, de 280 horas, sobre Procesos de Evaluación según Normas ISO.
No, no se presentó.

NOTAS
MILLER, JACQUES-ALAIN y MILNER, JEAN-CLAUDE. ¿Desea usted ser evaluado? Miguel Gómez, Málaga, 2004.

Bibliografía razonada

UNA INTRODUCCIÓN A LA ÉTICA DEL DESEO
GRETEL ABED HEKIMIAN

“No podemos eludir la impresión de que el hombre suele aplicar cánones falsos en sus apreciaciones, pues mientras anhela para sí y admira en los demás el poderío, el éxito y la riqueza, menosprecia en cambio los valores genuinos que la vida le ofrece”. (Sigmund Freud)
Quisiera comenzar este texto mencionando que el tema del foro: Las servidumbres voluntarias, ha creado un impacto profundo en mí, pues el tema que llevo desarrollando con el título de la Ética del Deseo, es una propuesta que reivindica toda la posición esquemática y tradicional del sistema “evaluatorio”, que encasilla y pone a los individuos una etiqueta o en palabras de Lacan el hecho de ser subordinados a un significante amo que los determina a modo de imperativo. Dicha determinación pone de manifiesto la imposibilidad de creación, de libertad y hasta de acción. Por este hecho quisiera contribuir en la medida de lo posible con el tema que he venido desarrollando a lo largo de mi estancia en Madrid y a lo largo de mi formación como analista lacaniana.
La Ética del Deseo propone una caída de los ideales, de los falsos prejuicios, de las diversas formas que hacen de este sistema político y social una homologación entre los miembros. Descubre en cambio la posibilidad de elegir ceder o no ceder ante el deseo, retomando lo que para mí es una de las más importantes propuestas lacanianas en materia de ética y ¿por qué no? de clínica también. El tema de servidumbres voluntarias, apunta a que hay en este hecho una elección de por medio, es decir que hay una elección en la palabra “voluntaria” en ser “sirviente del sistema”. Por lo tanto este hecho podría revertirse a manera de pregunta: ¿deseas ser sirviente del sistema?
De aquí la propuesta de una elección y no de un imperativo a seguir, es decir, que exista la posibilidad de no ceder ante el deseo, como aquello “particular” que nos habita.
Nos encontramos frente a una era de crisis, depresión, angustia, apatía, pérdida de identidad. La cultura de la posmodernidad; denota una época de individualismo, de consumo masificado, de homogeneización, de desencanto de ídolos y desenmascaramiento de tabúes.
Estos fenómenos sociales ponen en entredicho el papel de la ética actual. El psicoanálisis ha creado vuelcos decisivos en dicha disciplina. Los descubrimientos freudianos y posteriormente lacanianos han revolucionado la concepción filosófica del ser humano y ha tenido serias implicaciones en el ámbito cultural ejerciendo una fuerte influencia en esta época de cambios y transformaciones.
La manera en que este Otro absoluto, deje de gobernar sobre nuestras decisiones y elecciones, y cómo este Otro que en la ética tradicional tiene la connotación de un absoluto y a priori, será entonces el esquema fundamental que el psicoanálisis refuta, abriendo la posibilidad de que este Otro no sea absoluto sino como dice Lacan, evanescente y entonces poder acceder a una Ética donde el eje esté basado en el deseo.
¿Pero qué es el deseo? Esta pregunta ciertamente no tiene una respuesta unívoca, sino que se manifiesta por estar relacionado con el lenguaje, “a una cierta relación del sujeto al significante” , esta relación que se va transformando gradualmente pues el sujeto tiene una relación al significante de cierta manera evanescente. El deseo reposa pues sobre la tendencia, de la cual es un caso particular y más complejo, el deseo de un acto y esto es lo que muestra la relación del deseo con la ética.
Lacan encuentra una manera de descubrir el deseo más allá de la Ley. En este sentido, lo esencial de la ética del psicoanálisis es “formular la posibilidad de una relación que evite las trampas de inculpación superyoicas…”  Cuando Lacan menciona “no cedas en tu deseo”, el deseo del que se trata ya no es el deseo transgresor generado por la ley prohibitiva, y por lo tanto involucrado en una dialéctica morbosa con esa ley; se trata en cambio de la fidelidad al propio deseo.
De modo que la situación crucial del psicoanálisis es que, el círculo vicioso entre la ley y el deseo o el círculo vicioso del superyó quede anulado, dejando paso y libertad de despliegue al deseo y reduciendo la culpa. En este sentido también implica en sus más profundas raíces la aceptación de la muerte. Para Lacan, el ámbito ominoso que está más allá del orden del ser es lo que denomina “entre dos muertes”, el dominio preontológico de las apariciones espectrales monstruosas, el dominio “inmortal”; y esto en el sentido de lo que Lacan llama laminilla, la monstruosa libido “muerta, no muerta”. 
La evaluación, en cambio: vela la falta. Es decir, pone ahí un significante donde no lo hay; no hay relación sexual afirma Lacan, cuestión que pone en evidencia la falta en ser y no trata de cubrir lo real. Este vacío queda como  motor del deseo, a diferencia de taponarlo, de extinguirlo o mortificarlo con un significante evaluador.
Lo que Lacan llama “ceder ante el deseo”, se acompaña siempre del destino del sujeto. Cuando el sujeto se traiciona su vía, cuando cesa a su deseo, es que se cumple su destino y la tendencia a la repetición. Por eso yo diría: la inconsciencia es destino. Lo que quiere decir que cae en la dialéctica viciosa del superyó y mientras más es alimentado, más demandante es que éste se torna. Lo interesante es que el deseo nunca va a dejar de cesar, sino hasta ser cumplido: hasta la muerte, por eso se convierte en una situación persecutoria, el destino es persecutorio. Lo que se torna en una situación muy conflictiva: en una lucha de fuerzas; pero es entonces el paso crucial; entrar más allá del ámbito simbólico y en este caso “evaluador”, el estar entre-las-dos-muertes lo que libera, y autonomiza al sujeto pera ser un ser “realmente ético” o si se quiere un creador: ir más allá de los límites simbólicos y tener un mínimo acceso a lo real.
Así se deja ver como el camino se torna hacia la falta. Ahí donde la nada, se vuelve parte esencial, ahí donde encuentra una función importantísima, que no puede más ser apartada y mucho menos oculta.
Esta serie de significaciones evaluadoras intentan justamente velar la falta y como consecuencia: la no aceptación de la muerte; la mortificación del deseo, el aislamiento, la vergüenza, la culpa, etcétera. En pocas palabras esto es lo que “la evaluación silencia”.
REFERENCIAS:
Jaques Lacan, Seminario 6, El deseo y su interpretación, clase 1 del 12 de noviembre de 1958.

¿QUIERE VD. SER EVALUADO COMO BENEFICIARIO DE UNA MINUSVALÍA PSÍQUICA?
Antonio García Cenador

Existe una legislación que invita a ser evaluado con diferentes grados de minusvalía psíquica. Si Vd. logra un mínimo de discapacidad será recompensado con subvenciones. Por ejemplo, si Vd. compra un coche, podrá deducir un porcentaje del impuesto de matriculación. 
Naturalmente, esto se hace bajo el amparo de los derechos del usuario.
Voy a transcribir algunos párrafos de un artículo de JOSÉ ANTONIO NARANJO.
JOSÉ ANTONIO NARANJO: “Violentar las libertades”, en RAZÓN DEL PSICOANÁLISIS. ELP-RBA.  Barcelona, 2006.
“Mientras el goce permanezca el mismo, las elecciones permanecerán inalterables y la libertad se vuelve nula, aplastada por la repetición”. (Pág. 72).
“Lo novedoso de la violencia actual contra las libertades es que se hace en nombre del derecho. Es éste el autoritarismo democrático: acotar las libertades amparándose en los llamados derechos del consumidor, del usuario, del enfermo. Esta es la paradoja, y todo esto hecho bajo el amparo del nuevo  fetiche, la ciencia, lo que permite legislar de una manera absoluta en una sociedad bien democrática.
El control, los datos estadísticos, la evaluación cuantitativa, todo esto no es más que la forclusión del sujeto en acto. Esta es la violencia de la situación actual: Todo para el sujeto pero sin el sujeto. Y aquí está la trampa, porque ¿cómo ir contra el absolutismo sin ser tachado por ello de enemigo de las libertades, cuando ese absolutismo se ampara en la defensa de los derechos de la ciudadanía?”(pág. 74).

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