II FORO: LO QUE LA EVALUACIÓN
SILENCIA
"Las Servidumbres Voluntarias"
MESA
7. Salud
Mental, ¿existe? Coordina Santiago Castellanos
La
iniciación a las servidumbres voluntarias
Juan
Pundik
Concernidos
por lo que la evaluación silencia: la función de acogida, o la nota de blues en
la Salud Mental
Jesús
Sebastián
Las
servidumbres de la prevención
Montserrat
Puig
Una apuesta
por el sujeto
Ana
Castaño
Juan Pundik. Psicoanalista. Presidente de la Plataforma Internacional contra la Medicalización de la Infancia. (Madrid).
“La iniciación a las servidumbres voluntarias”.
El ilustre pedagogo Gianni Rodari escribió “En la escuela tradicional no
hay lugar para la imaginación. Lo que aprende el niño es a callar, hacer lo que
se le ordene, aprender lo que no desea, ceder la autoridad sobre su tiempo y
espacio, dejar fuera el juego, los amigos, el placer de inventar, la armonía con
su cuerpo. Debe aprender a respetar el mundo tal como es. La libertad queda
excluida.”
Escribió Platón “Un espíritu libre no debe aprender nada como esclavo. No
se debe emplear la fuerza, se aprende jugando.”
La escolaridad actual, apoyada y secundada por padres y docentes,
constituye el rito iniciación a las servidumbres voluntarias. A los niños y
adolescentes que se rebelan, el 20% de la población escolar, se los somete a
medicación y tratamientos cognitivos conductuales. Esta escolaridad, la
psiquiatría y su Biblia el DSM-IV están al servicio de la corrupta industria
farmacéutica, brazo fundamental de los estafadores globalizados que han robado
las riquezas de todos, generando esta falsa crisis. El TDAH no existe. Para el
DSM-IV las que habéis organizado este formidable Foro y los que participamos
somos hiperactivos que debiéramos estar medicados.
El ser humano ha perdido su libertad y se ha entregado voluntariamente a
la servidumbre. El 90% de la población vive enganchada a las adicciones: al
alcohol, a los cannabis, a la cocaína, a las drogas de diseño, a los
ansiolíticos, tranquilizantes, antidepresivos, hipnóticos para dormir y miles de
medicamentos fraudulentos, a la tele, a los videojuegos, a la ludopatía y a los
alimentos ingeridos como ansiolíticos. El soma de Un mundo
feliz.
Ha llegado la hora de un enérgico y radical relevo generacional. Que, tal
como lo demandan los rebeldes del 15-M, los corruptos sean enviados a la cárcel.
Que los que se han repartido las riquezas patrimonio de toda la ciudadanía sean
obligados a devolverlas. Que los desproporcionados y vergonzosos sueldos,
prebendas y jubilaciones que se han fijado nuestros ilustres “representantes”
sean derogados.
La militancia, la protesta, la rebeldía, la movilización y las legítimas
reivindicaciones parecían haberse ahogado en un mar de pasividad, indiferencia,
resignación y botellón. Sorpresivamente, hace escasos 30 días apareció en la red
un grito virtual, pero no por eso menos estruendoso y conmocionante: ¡DEMOCRACIA
REAL, YA! Todos a la plaza el 15-M. Y las plazas de España y del mundo se fueron
llenando de jóvenes exigiendo el cambio.
En los movimientos de masas y en este también siempre se han infiltrado
oportunistas, provocadores y pendencieros. Los auténticos y honestos luchadores
y reivindicadores trabajan para neutralizarlos y alejarlos. Corren el riesgo de
ser ellos los neutralizados y apartados. Debieran ser apoyados por los que
aspiran a poner en marcha una democracia real, libre de políticos, financieros y
empresarios corruptos ávidos de poder y riquezas ilimitadas, eligiendo
representantes que impulsen dinámica y creativamente la actividad económica,
para que todos puedan ejercer su derecho a un trabajo, ingresos, una vivienda
dignos y un futuro esperanzador. Albert Einstein “El mundo es
un lugar muy peligroso, no tanto por las personas que hacen el mal, sino por las
que se sientan pasivamente a ver qué pasa".
Debemos estar con los jóvenes del 15-M, acompañarlos y transmitirles
nuestra experiencia para que no se repita lo del siglo pasado en el que muchos
de estos movimientos desembocaron en fascismo o estalinismo. Estos jóvenes
pretenden constituirse en el vivo testimonio de una generación que afirma haber
decidido sacudirse las servidumbres voluntarias. Los de mayo del 68 proclamaron
“seamos realistas exijamos lo imposible”, los de mayo 2011 advierten “ya tenemos
Sol, ahora vamos a por la Luna”. Apoyémosles en su locura porque es la
buena.
Pero hay algo que los del 15-M ignoran. Que para que el mundo, el país y
las cosas cambien primero tenemos que cambiar cada uno de nosotros y y cada uno
de ellos y que eso no es posible sin psicoanálisis. Porque el amo de las
servidumbres voluntarias no ha cambiado y no está afuera. Está dentro de
nosotros. Es el superyó que nos ordena el goce de servir voluntaria o
involuntariamente, consciente o inconscientemente. Nos ordena gozar hasta
morir.
Jesús
Sebastián. Psicoanalista.
Licenciado en Medicina y Cirugía. Director Gerente de la Fundación Atención
Temprana (FAT) (Zaragoza)
“Concernidos por lo que la evaluación silencia: la
función de acogida o la nota de blues en salud mental”.
Me he permitido una referencia musical, lo que sin duda es un
atrevimiento por mi parte, porque, si la entiendo bien, introduce un matiz que
es de gran interés para el asunto que nos convoca: la nota de blues, por la
tensión armónica que genera al chocar con los acordes que se utilizan para
acompañar, es responsable de la sonoridad dramática y de la expresividad
características de ese estilo. Podemos decir que lo define. Pues bien, por el
modo de su ejecución, si la forzáramos, para definirla, a encajar en la notación
clásica, es decir en intervalos de semitono, sencillamente haríamos desaparecer
esa sonoridad y esa especificidad del blues.
Quiero compartir con ustedes la experiencia de resistencia al empuje,
descarado y amenazador, hacia una práctica devastadora que se desentiende de
aquello que, de lo humano, en este caso el sufrimiento, no encaja en los vastos
y rígidos moldes en que intenta ser colocado bajo la especie de la discapacidad
o del trastorno. Estamos en el marco de un programa de titularidad pública,
vinculados mediante contrato resuelto por concurso público a la provisión de
servicios de atención temprana, más cerca del campo de la salud mental, o mejor
del sufrimiento psíquico, que del campo de los
déficit.
Nuestra resistencia se concreta en la permanente y tozuda oposición al
uso de un sistema de tipificación modular (a, b, c) que pretende establecer las
necesidades de tratamiento de cada niño, cálculo que finalmente se reduce a un
computo de horas de tratamiento y de número de sesiones, y que se hace
corresponder con una asignación económica, justificación última del sistema.
Como si la viabilidad del programa público dependiera de lo que gastemos con
cada niño, argucia que permite la reintroducción en la función pública de la
hermana tornera con el goce que le es propio: tú pasas, tú no, tú… no
se!
Por haber podido situar en nuestros centros la función de acogida como el
dispositivo coherente para responder a la demanda del sujeto que sufre,
orientados en eso por el psicoanálisis, podemos oponernos a un modo de acceso al
servicio que se nos propone reducido al tiempo de cumplimentar una ficha de
admisión y de realizar una entrevista protocolaria de presentación del centro y
del programa, para pasar, seguido, a aplicar un tratamiento que ha sido decidido
en otro lugar, mediante un procedimiento de valoración breve, poco matizado pero
contundente, y por profesionales que no van a intervenir con ese niño, sino para
evaluar nuestra intervención.
En lugar de esto, dedicamos todo el tiempo que cada cual precisa en su
práctica para encontrarnos una y otra vez con cada niño y con su familia, hasta
poder localizar y precisar de qué, cómo, en qué sufre cada sujeto y acordar con
él los modos y las vías de su tratamiento. A partir de ahí es fácil que cada
tratamiento avance en las vías que pueden permitir a un sujeto caminar, hablar,
pedir, comer, aprender, vivir…
Lo podemos hacer por la complicidad y el compromiso de los miembros de
cada equipo en esta sorda resistencia, también por haber contagiado un gusto por
un hacer determinado y por privarnos de otros. Y también, ciertamente, por haber
decidido poner a la gerencia, cuya función sostengo en este montaje, no al
servicio de la gestión, sino al servicio del trabajo que cada día, cada niño y
su o sus terapeutas llevan a cabo y al servicio del deseo que les anima a cada
uno. Al servicio de esa función de acogida, garantizándole todos los recursos
que precisa.
Con resultados económicos muy ajustados, muchas veces no se nos paga todo
este trabajo, en cambio somos muchos trabajando en diferentes lugares de nuestra
Comunidad Autónoma. Pero, sobre toda otra consideración, ¿ustedes se imaginan
recibir un niño, una niña, una tras otra, asignados a un módulo a, b o c, e
iniciar, así, sin más, una serie enloquecida de tratamientos, de sesiones,
cronómetro en mano: “psicomó”, “logopé”, “fisioté”, “estimú”, “psicoté”, para
conseguir rellenar adecuadamente los registros que permiten facturar a final de
mes esa barbarie?, ¿se imaginan estar en ese goce estúpido desentendidos de la
voz, la mirada, el llanto, la sonrisa, la queja o la protesta de cada uno de
esos niños y sus padres?
¿Ustedes se imaginan un mundo sin blues? Yo no.
Montserrat Puig. Psicoanalista. Psiquiatra. Docente de
la Sección Clínica de Barcelona ICF. CSMA de la Derecha del Eixample.
(Barcelona)
“Las servidumbres de la
prevención”
Prevenir: Prevenir el mal, prevenir el sufrimiento, prevenir la
enfermedad. ¿Cómo podríamos no estar de acuerdo? Prevenir siempre es mejor que
curar. Prevenir aspira al daño cero. Pero ¿es posible siempre? Y lo que es más
importante ¿es legítimo a cualquier precio? ¿El fin justificaría en este caso
los medios?
La medicina preventiva es uno de los logros de la medicina actual. Basada
en el gran triunfo que ha supuesto la prevención en el campo de las enfermedades
infecciosas. Pero la prevención ha alcanzado el estatuto de servidumbre impuesta
cuando no voluntaria. Tomemos la exigencia en nuestra sociedad de llevar una
vida sana, de llevar un “estilo de vida sano”. Es algo que se tiene por
totalmente normal y deseable. Es una servidumbre voluntaria en aras a la
prevención tanto de la enfermedad como del envejecimiento precoz (bueno lo de
precoz ya es actualidad los 70 años). Es también una exigencia, una imposición,
hasta la culpabilización del sujeto que se deje llevar por alguna satisfacción,
o goce, poco “sano”.
No sé si han les ha llegado un mail muy divertido que circula sobre todo
lo que deberíamos hacer cada día. En él se muestra no solo lo absurdo de la
cuestión sino que es imposible y paradójicamente incompatible con
la vida. Si le dedicamos la vida a la prevención la vida se nos escapa. No se
trata solo de no fumar sino de cosas como lavarse los dientes después de cada
cosa que nos ponemos en la boca durante cinco minutos, comer 5 veces al día los
nutrientes adecuados en cantidad y frecuencia masticando 10 veces cada bocado,
dormir 8 horas diarias, andar 1 hora diaria, hacer el amor con la frecuencia
adecuada, reír cada día unas cuantas veces, relajarse cada día, por supuesto
amar y ser amado, estar informado de la actualidad para tener un juicio propio
pero sin estresarse ni deprimirse (difícil tarea) etc., etc., etc.…al final del
mail, y una vez hechas las cuentas, cada día debería tener unas cuantas horas
más de 24 para poder mantenernos sanos. La ceguera es
total.
Como ven varias de estas conductas preventivas están orientadas a nuestra
salud mental. Si, mas allá de lo absurdo de la prevención total en medicina
olvidando que vivir mata, es lo que tiene la vida que está orientada
irremisiblemente hacia la muerte, el imperativo de la prevención ha alcanzado
también a nuestras satisfacciones y a nuestros síntomas. Se pretende que un
estilo de vida adecuado nos proteja del malestar de la vida, de los malos
encuentros, de las consecuencias de las pérdidas y de las
elecciones.
Para ello se realizan no solo campañas de prevención de la depresión, de
la ansiedad, de los llamados trastornos de la alimentación sino también del
pasaje al acto en los llamados Programas de prevención de la conducta
suicida y últimamente el delirio preventivo ha llegado a la esquizofrenia. La
paradoja es que si en principio la prevención se trata de evitar que alguien o
un “segmento de la población” caiga enfermo lo que se está consiguiendo es que
todos seamos potenciales enfermos es decir que todos debamos tratarnos como
enfermos. Así los niveles de tensión arterial y de colesterol son cada vez más
bajos y los parámetros de medición conductual que son los cuestionarios de
screaning de los factores de riesgo y señales de alarma, cada vez más
normativos.
Los cuestionarios de evaluación de la salud mental y de riesgo de sufrir
enfermedad a capas cada vez más amplias de la población y en edades más precoces
hace temer lo que puede llegar a ser un imperativo de homogeneización, todos
iguales, borrando de la singularidad de cada sujeto. En una imposición en un
sujeto medio estadístico, inexistente, que lejos servir para prevenir nada
desvele más bien la imposibilidad de hacer efectivo el programa de la prevención
generalizada.
Ana Castaño.
Psiquiatra. Psicoanalista.
Jefa de Servicios de Salud Mental de Moratalaz-Vicálvaro
(Madrid)
“Una apuesta por el
sujeto”.
Como psicoanalista que soy trabajando en la
Institución pública quiero trasmitiros en pocas palabras y con la oportunidad
que me brinda este 2º foro que es lo que propone
el psicoanálisis y que es lo que nos guía en
esta civilización, llamada hipermoderna, sostenida en un pensamiento único de la
cifra y la evaluación; la pseudociencia que impera en todos los ámbitos del
discurso con su pasión biologizante tiene un especial calado en el campo de la
salud mental llegando a producir una doble servidumbre: Por un lado formar parte
de los agentes que mantienen el orden público establecido y por otro
diagnosticar según los manuales al uso para aplicar el correcto procedimiento,
procedimiento que incluye protocolos y guías de la práctica clínica avaladas por
comités de expertos para arrancar de cuajo el síntoma que deja al sujeto en su
desamparo siendo precisamente el síntoma una de las vías posibles para
expresarse.
En la Salud Mental se trata de uniformar desde
las clasificaciones y los psicofármacos, la diversidad que toca a lo más íntimo
no es conveniente como ya nos adelantaba Lacan en "Acerca de la causalidad
psíquica" cuando dice que no se presta a risa el pasar de la causalidad
metafísica a la técnica científica ya que "un día se sabrá de encargos en serie
de ideales a prueba de crítica" y podemos observar que ese día ya ha llegado con
los avances de la manipulación genética incluso el malestar queda reducido a que
algo en el ADN no anda bien. Hoy en día en cualquier revista
leemos que si uno no es feliz será por un problema con la serotonina. Entonces
¿qué entendemos por estar sano? ¿Que nos vaya bien en la vida, es decir en el
amor, en el trabajo, con la familia? pero si uno se detiene un poco en la
pregunta y comienza a hablar de cómo le va el desajuste se hace presente y
aparecerá un mal entendido tras otro bajo la fórmula "me falta algo" "estoy bien
pero....." "no sé qué me pasa", el ser parlante está dividido, escindido y tiene
tendencias que insisten una y otra vez y que no son comprensibles a la razón: se
hace daño, se hace echar, se hace callar, se hace odiar, cualquier variante del
hacerse pero sin saberlo o si lo sabe no lo puede evitar: uno sigue fumando a
pesar de toparse en la cajetilla con el slogan "fumar mata" o las terribles
imágenes de los órganos dañados.
El psicoanalista se ocupa de ese malentendido,
de esa tendencia que se repite, de la división subjetiva que se manifiesta en
los tropiezos del lenguaje, no en lo que se dice sino en cómo se dice, como
señala Lacan " en esa huella imperceptible que sabe ver el cazador del desierto:
la pisada de la gacela en las peñas" y aunque el objeto del psicoanálisis es el
inconsciente, que por fortuna no cumple con los parámetros de la metodología
científica, tenemos nuestro método como refiere JA Miller en "Introducción a un
Discurso del método analítico" al decirnos que " si en la práctica
no tenemos patrones, tenemos principios" y no tenemos patrones porque nos
dirigimos a lo más singular del sujeto, a eso que no marcha y que es lo más
propio de cada uno. Es por estar en juego el sujeto que la dimensión ética es
imprescindible, ética que atraviesa los principios rectores del acto analítico.
Uno de estos principios hace referencia a la formación del analista, formación
muy compleja y comprometida ya que sin deseo no es posible el acto analítico:
"dar lugar a lo nuevo que va a ocurrir".
La demanda, siempre consentida, a un analista
debe ser avalada (avaluación clínica) por las entrevistas preliminares para
localizar la posición del sujeto en la estructura, cuestión fundamental ya que
es lo que va a orientarnos en la dirección de esa cura, no es lo mismo que se
trate de una neurosis o de una psicosis. Es este tiempo preliminar para la
subjetivación mediante los dichos del paciente lo que nos guía para comenzar el
trabajo del inconsciente. Este trabajo no consiste en normativizarlo sino en que
se responsabilice de aquello que lo enreda para saber hacer con lo que le es más
sintomático.
El psicoanálisis es una práctica de la palabra
y tiene su lugar en la institución de salud mental siempre que este sostenida en
un deseo decidido por los que trabajamos en ella. Es incuestionable lo que
aporta para poder pensar la psicosis y dar una salida digna al sujeto que
delira.
Étienne de la Boétie en su "discurso de la
servidumbre voluntaria" nos dice que un modo de no ser sumisos
pasaría no tanto por quitarle nada al tirano si no por nada darle, es por tanto
la apuesta por el sujeto del inconsciente que propone el psicoanálisis lo que
haría de dique a esta servidumbre sin medida.
¡Movilización a favor de RAFAH! ¡Liberad a RAFAH!
¡Movilización a favor de RAFAH
!
¡Liberad a RAFAH
!
Por favor, envien su nombre,
profesión y organismo al que pertenecen, al siguiente blog:
OS INVITAMOS A ASISTIR A:
X
JORNADAS ESCUELA LACANIANA DE PSICOANÁLISIS.
“CUERPOS ESCRITOS, CUERPOS
HABLADOS”.
PARA MÁS INFORMACIÓN VISITAR LA PÁGINA
DE LA ESCUELA LACANIANA DE PSICOANÁLISIS:
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